Tengo 25 años y hoy cogí mi primera clase de dibujo.
Llegué, como siempre, media hora antes a la escuela y (como siempre) aproveché ese tiempo para trabajar un poco.
Cuando ya se hizo hora, bajé del carro y entré con algo de timidez a ese lugar que me convertirá muy pronto en la nueva sensación del bloque (así es que me siento cada vez que comienzo a estudiar algo nuevo).
Ahora que lo pienso -y antes de continuar escribiendo- no sé por qué entré con timidez . Mi maestro de pintura es el hermano de mi tío político y no quiero ni hacer el más mínimo intento en recordar todas las charrerías que he hecho frente a él. Digamos que entré al salón con vergüenza. No, imposible, eso menos. ¡Qué se yo! Entré con decencia, vamos.
Luego de hacer la matrícula, bajé al salón y me senté en la mesa al lado de la ventana, por donde entraba un viento de lo más caballeroso. Miré hacia el lado izquierdo y le sonreí a mis dos compañeras de clase . Una tiene 9 años y la otra , no sé qué edad tiene , pero sé que muy pronto va a coger el repaso de College . Y me reí .
Llegó Mr. Borges, comenzó la clase y tan pronto nos puso en acción, descubrí que no dibujo un carajo. Y me reí de la mariposa insípida que plasmé en el papel.
¿Quieren saber por qué dibujé una mariposa? Porque Mr. Borges me pidió que dibujara algo de mi imaginación. "¿¡De mi imaginación!?" Eso fue un choque entre dos trenes . Me quedé congelada unos segundos y como vagones de ferrocarril empezaron a correr por mi mente montones de imágenes fabulosas que podría dibujar... pero mi lápiz no tenía goma. De las tres, a mi me tocó el chava'o lápiz sin goma.
Miré el palito de madera y carbón que tenía en la mano y pensé: "Si algo me sale mal, me chavé , así se queda".
Dibujar con un lápiz sin goma significa que nada de lo que hagas se puede borrar. Y me fui a la segura, dibujando la misma mariposa que hago en la parte superior derecha de mi libreta de apuntes cada vez que estoy aburrida.
Luego de ese ejercicio, el maestro nos pidió que dibujáramos algo que estuviéramos viendo en ese momento, así que, para compensar la mediocridad de dibujo que hice por miedo al fracaso, copié una de sus pinturas y él se dio cuenta. "Por lo menos ahora sabe que yo sí dibujo un poquito".
Después de dos horas y varias pruebas bastante interesantes, me monté en mi carro y seguí mi rumbo.
"¿En serio dibujé una mariposa? Coño, yo pude haber hecho algo mejor". Y respiré hondo.
Luego de unos segundos de silencio, interrumpe mi conciencia imprudente para decirme "no hiciste algo mejor por miedo a no poder borrar lo que te saliera mal".
Quizás, si me hubiese dejado llevar por mi imaginación, tuviera en mi carpeta algo, no mejor, pero sí más original que una mariposa.
Pues, así como soy de miedosa para algunas cosas, creo fielmente que todo, aún lo más mínimo, pasa por un propósito y se convierte en una lección de vida.
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¿Cuántas veces dejamos de hacer cosas grandes solo porque nuestro lápiz no tiene goma y nos da miedo no poder borrar nuestros errores? ¿Sería justa la vida si elimináramos de ella todas las veces que nos equivocamos?
¡Pa'l carajo! De ahora en adelante ¡quiero mi lápiz sin goma!