sábado, 29 de diciembre de 2012

Karla, tú no eres ella.

Por: Karla Toledo Ríos

Ella es como el sereno y la resolana. Tan suave y fresca, que te gusta. 
Te rosa y por un instante cierras los ojos, alzas el rostro y respiras hondo... porque te agrada su sensación. 

Ella te llena los pulmones con aire puro. Y su voz baila en tus oídos al compás de un cántico suave, como el de las ballenas.

Pero de momento te enfermas. No puedes respirar, lloran tus ojos rojos, te arde la vista. Te sientes débil. De momento, te quemas. Te quemas negro, te quemas la piel y la mudas... como reptil.

Y te preguntas en qué momento sucedió todo, que no te diste cuenta.

Entre las palmeras se ventea su veneno invisible. Entre las nubes grises se esconde su candela. Ella es ese "nada" que, en realidad, lo es todo.

Es tu muletilla. Presente, ausente, omnisciente. En todas partes, ella. Sin dejarte descanso, ella. Sin soltarte los pasos, sin distanciarse de tu sombra, ella. Solo ella. ¿No puede ser nadie más? No. Solo ella.

Pero Karla, tú no eres ella.




jueves, 22 de noviembre de 2012

Me uno al club

Por: Karla Toledo Ríos

¿Qué "Día" es hoy?
Parece que hoy es el "Día de Entrar a Facebook y Escribir Posts de Agradecimiento a Dios", aunque  para muchos también es el "Día de Criticar a los que dan Gracias Hoy porque eso se hace Todos los Días". Igual, sabes que yo siempre he sido muy agradecida.

*Ejemplo: ¿Me recogiste el lápiz que rodó del escritorio hasta caer al suelo? ¡Gracias! ¿Me abriste la puerta de la cafetería aún cuando mis dos manos estaban libres y podía hacerlo por mi cuenta? ¡Gracias! ¿Me ayudaste a hacer algún trabajo difícil? ¡Gracias! ¿Me pasaste el papel de baño? ¡Gracias! ¿Que me veo linda hoy? ¡Gracias! ¿Cometí un error y me tiraste la toalla? ¡Gracias!

Pero hay un tipo de agradecimiento que me llena y es ese que sale del corazón.  Esa gratitud que está constantemente dentro de mi y que no aparece momentáneamente como reacción a algún gesto de alguien.

Es dar gracias por que salió el sol, abrí los ojos, respiro... y coño, no es que quiera sonar "clichosa", pero como están las cosas hoy día, vivir es un privilegio. 

Así que yo doy gracias por la vida, por mi casa en el hermoso campo hatillano donde se escuchan las aves y las olas del mar. Gracias por mi familia, por mi esposo y por mi perra que cuando me ve, se orina de la emoción. ¿Ya ves por dónde voy?

Gracias, porque tengo salud (aunque sea hipocondriaca). Gracias porque tengo trabajo y mi esposo también. Gracias por los transportes que nos permiten cumplir con nuestras responsabilidades y llegar hasta donde se encuentran nuestros seres queridos.

Gracias por los amigos. Los amigos de verdad. Los que me quieren a mi y a mi familia. Los amigos buenos, que aún en la distancia y sin importar los avances de la tecnología, sacan de su tiempo para redactarme una carta y enviármela vía correo regular. Los amigos que no me ven en 3 días y ya nos extrañamos.

Gracias por las personas que me aceptan tal cual soy. Que no me querrán más si estoy más delgada, con una posición más alta en el trabajo o guiando un Ferrari en lugar del Yaris. 

Gracias por mi familia. No es perfecta, pero es mia. Gracias porque somos unidos, somos fiesteros, somos humildes y nos apoyamos en cualquier situación. Gracias por los buenos momentos junto a ellos.  

Gracias porque no paso hambre (estos últimos dos meses a dieta han sido por voluntad propia, así que no cuentan), porque tengo una cama cómoda y ropa para salir a trabajar todos los días. Y hablando de eso, gracias porque soy una mujer "fajona". Gracias por mis estudios y por que siempre tengo deseos de echar pa' lante. Gracias porque nunca me he sentido sola.

Esas son las cosas que verdaderamente me hacen la persona agradecida que soy.
¡Gracias por todo! Nos vemos en tu casa el domingo.

¡Ah! Feliz Día de Acción de Gracias (si es que allá arriba lo celebran).

Una más en el "Club de las personas agradecidas"
Tu hija,
Karla.








miércoles, 1 de agosto de 2012

El ayer que no será por siempre.

Por: Karla Toledo Ríos

Ayer, entre varias conversaciones de esas que me provocan dolor de cabeza, mi esposo me hablaba de comprarse el carro de sus sueños "ahora que estamos jóvenes y sin hijos", para poder pagarlo sin dificultades. 

Yo casi muero. Creo que tiene que ver con esto de "trabajar y trabajar, y siempre estar pelá".

Luego pensé que toda la vida he sido muy medida y limitada conmigo misma. Me visualicé sentada en el mismo sofá reclinable en el cual me encontraba, pero 30 años después, lamentando lo aburrida que dejé que fuera mi vida. 

Y luego, me vi en el Mustang, al estilo película, rojo (que no me gusta), convertible, ondeando una pañoleta al aire. ¡Sí! Súper charra, pero lo cierto es que creo que nunca he hecho eso en mi vida.

Todas las mañanas me levanto a las 6:00 a.m. para hacer las cosas de la mañana con calma. Estas cosas son: bañarme, lavarme la boca, tomar café y vestirme para el trabajo.  Salgo de mi casa en Hatillo, me trepo en la autopista (si no es que antes tengo que detenerme a echar gasolina) y voy de Hatillo a San Juan escuchando Redentor 104.1, que no está mal, ya que no voy a la Iglesia creo que es la mejor manera de sentir una comunicación con Dios diariamente.

Tan pronto llego al trabajo me siento a escribir, para que vean que Dios me escucha, sepan que me he pasado la vida diciendo que " a mi me encanta escribir, puedo pasarme la vida escribiendo" ¡Toma! Pero no se crean, a mi no me molesta. Estoy analizando terminar mi maestría en Creación Literaria.

Bueno, sigo: Cuando salgo del trabajo, vuelvo a montarme en la autopista, pero esta vez escucho Fidelity Nocturno. Al principio, confieso que quería tirarle con un zapato en la cara a la locutora. Luego  comencé a admirarla... y ahora la escucho todas las noches.

¿A qué quiero llegar con esto? Yo soy una "isleña", como bien siempre me ha dicho una de mis tías, "I'm one of the boys", como me dice un buen amigo, soy "La Güare" de mi güare, soy una farandulera mala, me encanta la moda y me gusta reírme, de hecho, tengo un excelente sentido del humor gracias a mi familia y tengo un corazón noble... pero soy bien estricta conmigo misma.

Yo me quiero tatuar mil veces más, quiero escribir un libro, quiero entrevistar a muchos artistas, quiero viajar y tener muchos hijos. Quiero que mi esposo abra un restaurante con una esquina para mi, que tenga un micrófono y a alguien en el piano... para cantar música bohemia, con una copa de vino en la mano izquierda y un cigarrillo en la derecha.

Pero ya ni fumo, ni bebo y canto solo cuando estoy en el carro.

lunes, 16 de enero de 2012

Bláh.

Por: Karla Toledo Ríos

Me he comprado libros al respecto. De hecho, actualmente estoy leyendo uno sobre el tema, mezclado con la fe y la autoayuda.

El problema es que me paso la vida analizando todo lo que hago. Cada vez que hablo con una persona que acabo de conocer, al terminar la conversación, trato de recordar cada cosa que dije para evaluar si estuvo bien dicha, si fue algo propio o si hablé más de la cuenta. Probablemente, la persona con la que mantuve la conversación ni siquiera me estaba prestando atención y ya para el momento en que yo me estaba torturando con mis evaluaciones, había olvidado todo lo que le dije.

Pero yo seguía en el angustiante proceso de castigar a mi lengua, que muchas veces es tan sabia como lo es de mala cuando tiene que serlo. Y termino, siempre, encontrando algo por lo cual arrepentirme de haber "espepitado", aunque para otros fuese una zanganada.

Y cuando consumo alcohol es peor.
Yo no tengo mucha resistencia al mismo, así que usualmente bebo muy poco cuando bebo, que también es muy poco. Por tal razón, es prácticamente imposible encontrarme lo suficientemente ebria como para no saber lo que estoy diciendo, o decir cosas que no tengo que decir... Pero como yo soy como soy, el simple hecho de saber que estoy bebiendo me ocasiona una "perse" interna, que nadie conoce, solamente yo.

Gracias a la estúpida "perse", al otro día por la mañana siento deseos de caminar por las calles con una bolsa de papel en la cara porque siento que fui la más imprudente en toda la fiesta, reunión, cena, lo que sea en donde estaba.

Me imagino las conversaciones de las personas cuando se montan en sus autos: "¿Viste a Karla, que imprudente? ", "¿Escuchaste lo que dijo Karla? ¡qué loca!" ... y cosas así por el estilo. Y como mencioné, lo más probable es que casi nadie recuerde lo que dije y dejé de decir. Solamente yo, que pasé horas tratando de recordar todo, todo lo que dije y evaluar cada palabra.

Ahora bien, admito una cosa, así como soy de exigente con mis palabras, confieso que muchas veces hablo sin filtro. Muchos dirán que está muy bien hablar las cosas como son, pero ¿qué hay de esas personas que lo toman todo a mal o muy personal? Y yo siempre tan considerada, mordiéndome la lengua por culpa de ellos. También están los chismosos, digo una cosa y rápido sueltan a decir lo mismo que yo dije pero en esteroides.

Creo que la batalla más grande que tengo es descubrir de dónde, cómo, por qué, por culpa de quién, y cuándo me convertí en una persona que necesita medir bien sus palabras para poder agradarle a todo el mundo...

Vida...

Vida...
en las pequeñas cosas.