domingo, 24 de julio de 2011

No te mueras.

Por: Karla Toledo Ríos

¿Qué tal del primer mal rato como esposos? Este es el más doloroso de todos porque sientes que el matrimonio ha comenzado mal. EXAGERACIONES. Pero, así es como se siente...Probablemente sea porque al momento de terminar la discusión o lo que sea que haya pasado, automáticamente comienzas a cuestionarte qué es lo que tú hiciste mal, si eres 'bride-material', si podrás ser lo suficientemente buena como para permanecer a su lado toda la vida y dos o tres estupideces más que al final del camino no tienen base porque todas las parejas tienen desacuerdos. De hecho, si existe un matrimonio que nunca los tenga y que ambos opinen exactamente lo mismo, debe ser uno bastante monótono y aburrido.

Lo importante es que siempre mantengas en mente que el matrimonio es algo serio, que es enfrentado solo por las personas más valientes... ¡Sí, es cierto! y por lo tanto, las peores situaciones se encaran con madurez y los momentos más felices se disfrutan inmaduramente. Enfóquense en lo que son ahora: una familia y tomen eso en serio. Ámense incansablemente y tan pronto estén listos ¡Llamen a la cigüeña!
Just saying!

lunes, 18 de julio de 2011

¡Qué nice!

Por: Karla Toledo Ríos

Esto de estar casada está de lo más 'nice'.
Sí, bueno por lo menos en mi caso. Aunque antes de casarme viví dos meses con mi esposo porque el contrato de mi apartamento venció el primero de mayo y mi boda fue el primero de julio. Los primeros días (honestamente) sentí que era lo mismo, lo único que habíamos celebrado por todo lo alto la alegría de nuestra unión para toda la vida con nuestros seres queridos y comenzamos nuestro plan de formar una familia y un hogar propio.

Sin embargo, al pasar de los días me di cuenta que en efecto, algo había cambiado. Lo confirmé hoy. De momento, la palabra 'esposo' penetró en el centro de mi estómago pero de una manera muy transformadora y positiva. Sentir que hay alguien que te espera en la casa y que hay alguien por quien esperar en mi hogar, para toda la vida, al menos a mí me toca el corazón.

Sentir que tengo por quien cuidar y alimentar bien para ir al trabajo y muchas otras veces, llegar a la casa y ver que a la que le cocinaron fue a mí, entre otras cosas como levantarme a las 5 de la mañana cada vez que sale a trabajar y esperar la llamada que indique que todo está bien, que 'nos vemos orita'... me hacen sentir amada y necesitada.

De un momento a otro me urge pasarme el blower, sacarme las cejas, maquillarme y tener un enjuagador bucal en cada baño (ayer quise dejar uno en el fregadero de la cocina pero mami no me dejó). Ir juntos al supermercado a hacer compra me resulta tan romántico y de la noche a la mañana me encanta planchar toda mi ropa (claro que esto trae otras consecuencias, como por ejemplo: que la casa siempre tiene que estar limpia, la cama hecha, la ropa sucia siempre tiene que estar dentro de la canasta y el fregadero sin platos sucios- pero esto es parte de mi 'yo' pasado/presente/futuro).

Otro detalle que por último no deja de ser menos importante...¿Quién no se siente más sexy recién casada? Antes dormía con una camisa de mi esposo, muchas veces con las que dicen el nombre de la universidad o promoción de alguna marca. Ahora tengo una colección de BabyDolls de todos los colores, tamaños y formas. Son tantas que incluso me las pongo las noches que mi esposo sale a trabajar y que duermo sola.

Probablemente sea el sentimiento de reconocer que hay alguien que te ama tanto que fue capaz de jurar ante Dios que te amará toda la vida y te cuidará. Alguién que por tí decidió dejar a su familia para formar la propia a tu lado.

...¡Está 'nice' ¿verdad?!...

viernes, 15 de julio de 2011

Luna de Pepto-Bismol.

Por: Karla Toledo Ríos
foto: funmazaplus.com

Nos levantamos tarde. Abrí los ojos y eran las 8:45am. Estabamos en el cuarto de un Hotel en Hatillo y el vuelo salía a las 11:00 de San Juan. Hora de abordar: 10:45am. No habíamos recogido nada. NADA.

Mi ahora esposo se levantó, se puso una camisa, un pantalón corto y -como no tenía más zapatos- se puso los de charol de la etiqueta... y me dijo: "Tengo que ir a casa a buscar los pasajes, recógeme allá". Así que le tocamos la puerta a la madrina de la boda, que se encontraba en el cuarto de al lado, la despertamos, mi esposo se fue y entre las dos hicimos la maleta destinada a llegar a Santo Domingo.

"Deja todo lo demás, que cuando tenga que hacer el "check-out" vengo y lo recojo todo".
Perfecto. Mi comadre/mejor amiga/ guareta me había aliviado un poco de estrés. Pero luego nos esperaba el tener que montarnos en un vehículo conducido sobre los límites de velocidad establecidos.

Llegamos sin complicaciones al aeropuerto. Nos bajamos, llegamos al 'counter' y la secretaria/azafata/sra. vestida de azul que nos atendió (¿?) Nos dijo sonriente:
"Ah...pero si ustedes perdieron el vuelo...los voy a anotar en el próximo vuelo que está sobre-vendido y en el otro, a ver si tienen suerte." Ok, pues nos fuimos a comer, pedí mi usual café negro para prepararme el estómago antes de que llegara mi emparedado y cuando voy a darle el primer sorbo... ¡AUCH! NUNCA en mi vida me había tomado un café tan caliente, reaccioné de tal manera que me salpicó en la mano y esta se me puso ROOJAA... Demás está decir que me molesté tanto que lo devolví.

Como no todo nos podía seguir saliendo mal, afortunadamente logramos montarnos en el próximo vuelo hacia Santo Domingo.

¿Afortunadamente?

Bueno. Llegamos al hotel (haciendo el cuento largo corto) y rápido nos dieron una copita de jugo de yonosequé, y con eso de la cólera, me di un sorbito y la eché a un lado susurrando un sútil "wacala"...

Esperamos por el 'trolley' que nos llevaría al cuarto del hotel con nuestras dos maletas, pero al ver que este nunca llegó, el muchacho de recepción habló con el maletero y nos dijo: "Se pueden ir a pie... síganme". OK... Se imaginarán que nos tocó la última villa... Entramos al cuarto y WOW...era hermoso. Teníamos un jacuzzi brutal, la cama era bella y con cortinas blancas. Tenía balcón, hamaca...

Nos vestimos para salir a comer y de momento: PSHHH (así es que suena la lluvia para mí). Un aguacero que duró cuatro días. Nos fuimos a comer con todo y sombrilla. Habían tantos charcos en el piso que los pies se me iban para alfrente cada vez que caminaba (jajaja) y sabrán que la humedad me tenía el pelo sensual, apto para mis días de recién casada y mi luna de miel.

Bueno, como el dermatólogo: Directo al grano: La comida era tan mínima, asumo que por querer aparentar ser un hotel 5 estrellas, que creo que rebajé una libra por día, menos el último. Ese día bajé como 4 libras. Sí, porque no salí del inodoro. A lo mejor fue la leche cortada que nos dieron, la langosta podrida que me comí o el agua club soda dañada que me tomé. Aunque pensándolo bien esa misma noche me atacaron unos mosquitos/murciélagos que me dejaron el pie en candela y mi esposo y yo tuvimos que levantarnos de la mesa del restaurante donde comíamos y nos fuimos -esta vez sí había uno disponible- en trolley a mi habitación para pegarme la ducha en los pies mientras lloraba como nena chiquita. Bueno, quizá fue la mezcla de todo pero casi muero como Elvis Presley.

Tuve que ir al Doctor del hotel, y honestamente tenía tanto miedo de ingerir alguna otra cosa venenosa/expirada/wacala que no confiaba en el médico. Mima (mi marido) me atragantó de Pepto-Bismol, y como cual Niuyorican que no viaja a la Isla hace 20 años, casi me ruedan lágrimas de felicidad al montarme en el avioncito que me regresaría a mi Isla bella donde la comida no me da diarrea. Fueron los 35 minutos más largos de mi vida y cuando aterrizamos casi soy la única bori-charra en aplaudir... pero no lo hice, y nadie aplaudió...

El punto es que, casi dos semanas después me encuentro sufriendo de una gastrítis que no me deja comer, y todo gracias a mi luna de... Pepto-Bismol.

Y de Santo Domingo,
Mejor me quedo aquí escuchando a Aventura.

jueves, 14 de julio de 2011

Las mejores 6 horas de mi vida.

Por: Karla Toledo Ríos

¡Qué rápido pasa el tiempo!
Ya me casé...
A mis amigas que están próximas a casarse, les digo que se disfruten el día de su boda al máximo, como YO LO HICE. El día de tu boda no es tan siquiera un día entero, dura apenas 6 horas entre ceremonia y recepción...y de momento, abres los ojos y YA, se acabó. Recomiendo 100% contratar un fotográfo y un videógrafo. El día se te pasa tan rápido y con tanta adrenalina que no te permite fijarte en los pequeños detalles, en las personas que lloraron al verte desfilar, en las bandejas de entremeses, en la familia que vino de lejos para verte casar. Te vaz a perder las caras de nervios y risas de las chicas solteras ansiosas porque tires el ramo para ver quién lo cacha, entre otros detalles de los que te enterarás de la boca de otros.

Lo mejor de tener a la fotógrafa conmigo desde las dos de la tarde hasta las 12 de la noche fue que pudo retratar TODO. Mis caras de estrés, de nostalgia, de alegría y sí-por qué no decirlo- de coraje. En algún momento, por alguna razón boba, te va a dar así sea un corajito. El videógrafo parecía culebra. De aquí para allá, de allá para acá, escurriéndose entre la gente. De ese modo, todas esas cositas que pasaron desapercibidas por los ojos de los novios el día de su boda, quedarán guardadas para siempre como parte de los recuerdos más bellos de una historia de amor que acaba de comenzar.

Les digo que me asombré de la paz interior que sentí al momento de desfilar hacia el altar de manos de mi hermano. Días atrás me imaginaba bañada de mocos y lágrimas durante tan esperado momento. Pero no, todo se decoró de sonrisas, incluyendo la mía.

Creo que cada vez que se casa una pareja, Dios está presente manipulando el día y sus manifestaciones. Les cuento que hasta minutos antes de bajarme del carro frente a la entrada de la Iglesia, estaba cayendo un diluvio torrencial con vientos, relampagos, truenos y centellas. Como por arte de magia, se abrió la puerta del carro, paró de llover y mi tío cerró la sombrilla que estaba destinada a taparme la cabeza mientras yo me había emborujado en traje y el velo rodillas para dentro... Pero así es Dios. Saqué mi pierna como toda una reina, y cesó el diluvio. Fue una tarde bella. El sacerdote dió un sermón hermoso, y detalles -como por ejemplo que el micrófono apestaba a saliva de 50 sacerdotes diferentes- permitieron que no me echara a llorar y que al contrario, me dieran cosquillitas de risa y tenía que aguantarme.

En fín, quiero decirle a todas las novias que el día de su boda es un día especial, lleno de mil emociones diferentes, que se lo vivan al máximo y hagan todo lo posible por obtener todos los recursos que se dediquen a congelar ese momento para toda la vida.

Mientras, disfruten el proceso, vuélvanse hormonales...
Un abrazo: La señora casada.
Karla Toledo... (de Figueroa...)

Vida...

Vida...
en las pequeñas cosas.