domingo, 12 de septiembre de 2010

Las ironías de la vida

Por: Karla Toledo Ríos


Dos mujeres menores de 24 años caminan hacia la parada de la AMA antes de haber llegado la guagua. Una camina de manera atractiva, con ropa llamativa y una cartera grande que aunque se ve bien, no se sabe si es autentica o imitación. Se llama Juanita Pérez y brilla más que el sol a la una de la tarde.

Por el otro lado se acerca a la parada la otra mujer con pantalones cortos, la blusa desgastada, su pelo desgreñado, y la mirada triste y perdida. Camina arrastrando su chanclas por la brea, “chas-chas-chas”. Su nombre es María Teresa Villahermosa Montero.

María observaba cómo la otra caminaba hacia donde ella tongoneando sus caderas con una felicidad que cantaba “cataplum-cataplum-cataplam”. Ella viene desde el lado derecho, Juanita viene desde el lado izquierdo y se topan de frente con el banquillo en el medio.

“Hola”, dice Juanita Pérez, con todo su emperifollo y una sonrisa que enseña sus cordales. “Buenas tardes”, susurra María Teresa Villahermosa Montero, mientras cabis-baja rebusca en su monedero de cerraduras mohosas un poco de cambio para la guagua…

“¡Otro día más de trabajo y cada vez siento que estoy más cerca de mi meta!” Exclamó Juanita mientras se trepaba un poco más arriba los “legins” color amarillo y volvía a esbozar una sonrisa de satisfacción. Miró a María Teresa y rápido le dijo: “Ven acá mi amor, y tú ¿Qué cosa esperas de la vida? Te veo tan triste que pienso que no quieres nada mamita…Y mi nombre es Juanita, por si acaso.

Juanita prosigue- “No sé tú, pero yo te digo una cosa: Yo quiero un carro ‘Bemedoblú’ color negro y voy a hacer lo que sea para obtenerlo. Y te digo más, si hoy el día me sale productivo, sólo me bastará con dos días más de trabajo y te prometo que esta será la primera y última vez que me veas aquí. ¡Mira estos zapatos que me compré que espectaculares son! ¡Y ‘fúcha’ el color de moda! Me combinan con la ropa interior, lo único que mi ‘brasiél’ tiene lentejuelas”

Juanita soltó una carcajada y con el codo tocó a María y le dijo: “¡Es tripeando loca! Lo que pasa es que a mí me gusta mucho el dinero, mi familia es bien “quedá” y no tiene ná, solamente pobreza. ¡Eso me fastidia la vida!”


María levantó al fin su mirada directo a los ojos de Juanita, respiró hondo y abrió la boca.“Me llamo María y ahora te digo bien: Yo tuve todo eso que tanto añoras, eso por lo que estás dispuesta a dejarlo todo, a hacer lo que sea. Tuve diamantes, sirvientes en una mansión y limosina con chofer…Pero yo no era feliz y por eso me fui de la casa. Ahora trabajo en un supermercado.

Juanita reventó confundida: “Pero cantoe’loca ¿Cómo tu abandonas tu vida millonaria para irte a trabajar y que pa un ‘supelmelcado’?” María respondió: “Es que lo teníamos todo. Lo llamativo, lo caro y lo inaccesible. Los lujos, los viajes, los placeres…pero en cuanto al corazón, Juanita, mi familia era igual que la tuya…” ¿Cómo que como mi familia?- preguntó Juanita. “¡Pues! que no teníamos ná, solamente pobreza; le contestó María con un poco de sarcasmo.

Dos segundos después, llegó la guagua. María adelanta un paso y se vira. “Ven Juanita que llegó la guagua, no llegues tarde al trabajo.” Y justo en ese momento frenó abruptamente un carro largo detrás de la guagua. “Piiip piip” sonó la bocina y bajaron el cristal del conductor: “Mamita móntate que hoy tienes una lista larga de clientes muy exigentes” se refirió a Juanita el conductor. “¡Ahh, los zapatos color rosa, veo que hoy lucirás tu combinación!”

En cuestión de segundos Juanita se montó en el auto con su administrador, pero esta vez bajó la cabeza y borró su sonrisa. Sucede que se dio cuenta que aunque su día parecía bastante productivo, en su corazón no había ná, solamente pobreza.

jueves, 9 de septiembre de 2010

¡Que no quiero amigas!

Por: Karla Toledo Ríos

Hace unos años atrás, pocos...como cuatro, mi novio insistía en que hiciera amistades. Decía que, apesar de que siempre podría contar con él (todavía lo hago), sería bueno tener a mi alrededor otras personas con quiénes pudiera salir, contarle mis cosas, obtener consejos de "mujer a mujer"... consejos que "él no sabría darme"... y lo entendí por completo, reconociendo también que siempre he sido una persona independiente y solitaria.

Resulta que ha pasado el tiempo, y puedo hacer una lista de todas esas "amistades" que se me cruzaron por el camino ( y aunque obviamente no mencionaré nombres) puedo decir que simple y sencillamente: NO COMPONEN NADA EN MI VIDA. Ahora me encuentro en esta etapa, en la cual no comprendo para qué tuve que aventurarme a conocer gente.

Hubo una "amiga" que tomaba las mismas decisiones que su novio, aunque fueran disparates -error-. Otra, jura que inspiró a que realizaran las películas "Clueless" y "Legally Blonde" -insoportable-. Otra es chilla, cristiana e hipócrita -de estas tres características, para mí la peor es la tercera-...ningúna de esas tres me soporta, y siempre suelo pensar que es porque soy yo quién tiene el problema de actitud. Irónico ¿no?

Conocí mujeres histéricas, acomplejadas, que fuman de todo, con todos y por todo, que beben demasiado, que no trabajan por que las mantienen, que no tienen nada y creen que dominan el universo, que creen que me dominan a mí, y otras que no pueden dominar nada, ni sus pensamientos. He conocido "amigas" que me regalaron solamente malos ratos... en fín he conocido de todo y no me sirvió de nada.

El punto es que, luego del paso del tiempo, de los cantazos, los problemas económicos, amorosos y sociales por lo que uno pasa y que te hacen madurar "a la cañona", he llegado a la conclusión de que... mi novio se equivocó, aunque lo hizo con la mejor intención de todas.

Prefiero estar sola, antes que mal acompañada, aconsejada, envidiada y reconocida.
Nunca pensé que fuera tan complicado eso de encontrar gente buena por el camino, lo triste es que creo que esto sucede por que ya no queda nadie bueno por ahí...

¡Un abrazo a esas POCAS personas que SIEMPRE han formado parte de mi vida! Esas son las verdaderamente importante y lo componen todo en mí. Las que me ahorran dolores de cabeza, las que me aconsejan bien, las que guardan mis secretos y las que me quieren como soy: distante, pero fiel.

Vida...

Vida...
en las pequeñas cosas.